*Socorrito Romero dejó muy en claro quiénes eran su verdadera familia
Socorro Romero Sánchez decidió permanecer soltera toda su vida, consagrarse a su trabajo, sus creencias religiosas y su vocación altruista. Gracias a sus valores, la familia era también vital para la empresaria.
Es cierto que la familia no se elige. Sin embargo, a todos nos ha pasado que tenemos mayor afinidad con algún miembro de nuestra familia que con otro. Así sucedió con Estela Romero Bringas y su tía Socorro Romero, quien en términos prácticos y afectivos fue como su madre.
La educación de doña Estela corrió a cargo de su tía, compartieron todos los días como dos personas muy unidas, hasta la muerte de la empresaria. Socorrito murió rodeada de su familia, Estela y sus hijos Miguel y Alfonso, que fueron como la hija y los nietos que nunca concibió biológicamente.
Cuando Estela tuvo a su primer hijo, este acompañaba desde muy pequeño a la tía Socorro a cuidar a las gallinas. Eso demuestra la cercanía de sobrina y tía. El primogénito de Estela Romero desafortunadamente perdió la vida al caer de un pozo en las granjas familiares.
Desde el trágico accidente a Estela y Socorrito las unió también el dolor compartido y la deuda moral que la Señorita sintió para con su sobrina. Al nacer Miguel y Alfonso, la preocupación de la tía abuela continuó y ayudó a costear todos los gastos de los muchachos.
Los jóvenes Celis Romero se convirtieron en trabajadores de la empresa cuando concluyeron su formación universitaria. A base de trabajo, honestidad y tenacidad, los muchachos se ganaron su sitio en el emporio familiar; sin ellos, el éxito de la empresa no habría sido tal.
La Señorita Socorrito creía en la unión familiar, una de sus frases más icónicas afirmaba que las ganancias de su empresa no sólo eran para compartirse con la familia, sino con los más necesitados. Dejó siempre claro que su sobrina y nietos eran esa familia con quien compartía alegrías y desventuras y fortuna.